Atención plena versus multitarea. Cómo conseguir más… haciendo menos
En este artículo me propongo escribir sobre «atención plena versus multitarea». Y es curioso que según me pongo a escribir, me doy cuenta que en un momento he pasado de escribir, a leer un mensaje que ha entrado en el móvil. Y enseguida a atender una llamada de teléfono, y a contestar a una de mis hijas que ha venido a consultarme sobre un tema.
¿Quiere decir esto que soy una «superwoman» capaz de hacer varias cosas al mismo tiempo? Desde luego que no. Pero me parece que es una creencia bastante extendida el pensar que a mayor capacidad de realizar tareas, mayor eficiencia. O al menos nos creemos que somos más versátiles o polifacéticos, cualidades consideradas muy positivas.
¿La multitarea mejora la productividad?
Actualmente me estoy formando en Educación Mindfulness en la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal. Leyendo uno de los temas del curso, me encuentro con la siguiente afirmación que me ha llamado especialmente la atención:
«Contrario a las creencias generalizadas, los estudios reflejan que la multitarea no es posible, no podemos enfocarnos en varias tareas al mismo tiempo».
Sinceramente, yo creía cierta aquella afirmación tan generalizada sobre las mujeres, de que podemos hacer varias cosas a la vez.
Hay estudios sobre lo que los expertos llaman «atención dividida». En estos estudios se demuestra que las personas podemos mantener la atención sobre dos estímulos simples que se nos presenten de manera simultánea. Pero cuando se trata de estímulos más complejos, pasamos de la «atención dividida» a la «atención interrumpida». Es decir, que vamos moviendo la atención de una cosa a la otra.
«Este mecanismo nos hace vivir con la idea de que prestamos atención a muchas cosas a la vez. Pero en realidad nuestra mente no puede sostener más de una cosa compleja al mismo tiempo«
El «parpadeo atencional»
En la multitarea, lo que ocurre es lo que los expertos llaman el parpadeo atencional.
El parpadeo atencional consiste en que la atención deja de estar disponible por un momento. Igual que cuando la visión se interrumpe brevemente cuando parpadeamos. Este momento en el que nuestra atención no es capaz de percibir ningún estímulo nuevo dura entre 200 y 500 milisegundos.
Por ejemplo, estamos escribiendo un artículo, y dejamos de enfocar nuestra atención en escribir para mirar los mensajes del móvil o Facebook. Enfocarnos en cada nueva tarea nos cuesta medio segundo, con lo que la productividad va disminuyendo.
Así, de los estudios realizados sobre la multitarea se han sacado algunas conclusiones interesantes:
-las personas que intentan llevar a cabo la multitarea se distraen más y son más desorganizadas
-además tienen un peor razonamiento analítico y tienen una memoria dañada
Atención plena versus multitarea
La atención plena, con el foco puesto en una sola tarea, nos permite llevarla a cabo con mayor eficiencia. Cuando nuestra atención está enfocada sólo en ese momento, la comprensión de lo que estamos llevando a cabo es mayor.
Hay tantas ocasiones a lo largo del día en las que entramos en «piloto automático», que si lo pensamos, el coste de no practicar la atención plena puede ser muy grande. La falta de atención nos hace perder mucho tiempo.
Por ejemplo, si estás leyendo un artículo ¿Te has fijado en que si no tienes tu atención plena en lo que estás haciendo, has tenido que volver a leerlo varias veces para enterarte? Si tienes tu atención enfocada en la lectura de ese artículo, utilizarás menos tiempo en su comprensión.
El mayor perjuicio de no vivir con atención plena, es que al no estar en el momento presente, no has disfrutado de ello. Es como si no lo hubieras vivido, o como si lo hubieses vivido sólo superficialmente.
Cómo te ayuda Mindfulness
La práctica de mindfulness nos puede ayudar a romper con el hábito de la multitarea. Para que surta efecto, es importante practicarlo e incorporarlo en nuestro día a día.
Es necesario entrenar nuestra atención de forma continuada para permanecer en el aquí y el ahora, en el presente. Sólo de esa forma, podremos ir poco a poco desplazando el modo piloto automático al que nos lleva la desatención.
Se han realizado también muchos estudios en relación con la práctica de mindfulness. Se ha podido comprobar que cuando no estamos prestando atención, nuestro cerebro entra en un «modo por defecto». En este modo, entran en juego la desatención y el actuar en «piloto automático». Así es más difícil vivir las situaciones conscientemente en el momento que se producen.
También estudios sugieren que este modo mental podría estar relacionado con algunas patologías como el alzhéimer o el autismo.
Origen y práctica de Mindfulness
Mindfulness significa atención consciente, y tiene su origen en técnicas milenarias orientales como la meditación.
Estas prácticas llegaron a occidente en 1972 de la mano de Thich Nath Hanh, un monje budista vietnamita. Es el autor de «Cómo lograr el milagro de vivir despiertos», en el que plasma sus enseñanzas sobre el ejercicio de la atención mental.
Posteriormente ha sido Jon Kabat-Zinn quien lo ha difundido más a través de la creación de un programa llamado MBSR (Mindfull Based Stress Reduction).
Según diferentes investigaciones científicas, se sabe que mindfulness mejora la atención sostenida. Y además, cuando las personas que lo practican se enfocan en su respiración, obtienen mejores resultados. También se ha comprobado que reduce los síntomas de ansiedad y depresión, e incrementa la autoestima y la calidad del sueño.
Mi experiencia tanto con la práctica de la meditación como de mindfulness es que te hace ser más consciente de todo lo que vives. Y por lo tanto te permite disfrutar más de la vida.
Algunos ejercicios sencillos para empezar a practicar la Atención Plena:
-La respiración ancla
La respiración es una buena herramienta para calmar la mente en situaciones complicadas. Sólo tienes que llevar tu atención a la respiración de forma consciente. Cuando te des cuenta de que te has ido tras tus pensamientos sólo vuelve a tu respiración.
-Escucha consciente
Se trata de que prestes atención a todos los sonidos de tu entorno. Sin entrar en valoraciones ni juicios. Sólo escuchar.
«Tenemos dos oídos y una boca, así que podemos escuchar dos veces más de lo que hablamos» Epícteto.